La desinfección del agua representa uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Cada vez somos más conscientes de la importancia que supone la purificación del agua de producción. Es fundamental para muchas aplicaciones industriales, como la industria alimentaria o la farmacéutica. Igual de importante es también que el agua que se introduzca en un circuito, por ejemplo, el agua de refrigeración o climatización, se encuentre libre de riesgo de infección por la presencia de legionela.[space ]
Para la desinfección total de todo tipo de aguas, existe una amplia gama de electrocloradores. Nuestros especialistas podrán determinar cuál es el procedimiento óptimo para sus necesidades concretas; el método que resultará más adecuado para cada aplicación dependerá de varios parámetros límite. A menudo la solución ideal es una combinación de varias tecnologías para satisfacer los requisitos de desinfección con la máxima eficacia y rentabilidad.[space ]
El sistema permite ahorrar un 80% en mantenimiento y el 100% en la compra de productos químicos que no son necesarios. Una vez amortizado el equipo, el coste de producción supone solo el 10% del coste de un sistema de cloración convencional. La instalación, incluso en grandes piscinas, es muy sencilla y no requiere de obra civil.[space ]
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El poder desinfectante del cloro puro en forma gaseosa (Cl2) que el sistema genera, es muy superior al de los hipocloritos comerciales. Este cloro se disuelve completamente en el agua a un ritmo constante y preciso sin añadir derivados ni conservantes. La alta concentración de cloro existente en la célula destruye contaminantes que no pueden ser eliminados con la adición de hipoclorito comercial como las cloraminas y los residuos orgánicos provenientes de lociones corporales. Un segundo efecto desinfectante es proporcionado por el fuerte campo eléctrico existente en la célula. El resultado es un doble y más potente proceso de desinfección. Al actuar de forma continua el sistema proporciona una calidad de agua excepcional incluso con un residual de cloro en el vaso inferior al que necesita la cloración convencional. Esto queda patente en la especial transparencia del agua tratada con cloración salina.[space ]
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Tras finalizar el proceso de desinfección y oxidación el cloro vuelve a transformarse en sal en el vaso de la piscina, con lo que se evita la acumulación residual a lo largo del tiempo de compuestos químicos asociada a la cloración convencional. Las fuertes condiciones de oxidación de la célula son capaces de destruir los compuestos cloraminados que no son eliminadas con la cloración tradicional. Las cloraminas son las responsables de la irritación de la piel y de los ojos y producen el característico olor a cloro de las piscinas tratadas con cloro comercial. La existencia de una pequeña concentración de sal en el agua de la piscina constituye un antiséptico natural que dificulta la formación de bacterias y algas actuando suavemente sobre la piel del bañista. Esta baja concentración de sal, próxima a la de la lágrima del ojo, no produce ninguna irritación ocular o dermatológica y actúa, al contrario, como un antiséptico natural sobre la piel de los bañistas.[space ]
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La pequeña concentración salina aporta una sensación especial de confort al actuar como una solución isotónica. La piel no se hincha ni se deshidrata, el cabello no se reseca y los ojos pueden abrirse dentro del agua sin molestias ni irritaciones. La necesidad de ducharse inmediatamente después del baño desaparece y no existe olor a cloro en la piel. Además, el contenido en yodo de la sal acelera el bronceado. El cloro es producido y disuelto en el agua de forma automatizada. La manipulación y el almacenamiento de productos químicos peligrosos desaparecen eliminando así el riesgo de incendio o de explosión. La atmósfera corrosiva y los malos olores de las salas de depuración de las piscinas también se evitan mejorando las condiciones de trabajo y la conservación del equipamiento.[space ]
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El cloro es generado mediante un proceso renovable al final del cual vuelve a su estado inicial en forma de sal. No se añaden especies químicas externas al agua a tratar ni se utilizan conservantes. La producción local de cloro evita las emisiones de CO2 y el consumo energético generado por su transporte.[space ]
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